19 de octubre de 2016

No es país para periodistas

No es país para periodistas
ALBERTO GARCÍA DURANGO | La Habana | 19 de Octubre de 2016 - 09:18 CEST.

El día en que se propuso crear un medio de prensa alternativo e
independiente del aparato oficialista de comunicación cubano, quizás
Elaine Díaz jamás imaginó que un año después el diario Granma le
dedicaría un duro artículo en el que, sin nombrarla directamente, la
acusaría de manipuladora y poco transparente.

Quizás jamás pensaría, mientras soñaba el periodismo que quería hacer,
que un año después estaría siendo escoltada en una patrulla de la
Seguridad del Estado.

Cuando decidió destinar parte de los 65.000 dólares de su beca como
Nieman Fellow para construir un medio que se propondría contar con un
equipo de periodistas fijos y con salario pagado, jamás se imaginó que
la condenarían al escarnio público por la osadía de pedir donaciones
públicas o añadir un minúsculo botoncito de enlace a Paypal en su web.

Cuesta mucho creer que aquella niña de inocente sonrisa y palabra que,
en una de las ediciones de la serie oficialista "Las Razones de Cuba",
hablaba de internet y nuevos blogs que mostraban una "nueva Cuba
plural", sea hoy el nuevo objetivo a abatir por parte de las hordas
cibermambisas insulares.

Pareciera estar claro cuál fue su "error": sonreír junto a sus colegas
en una foto de camino a Baracoa y colocarla en internet utilizando la
conexión 3G de la polémica Base Naval de Guantánamo. Así se encargaron
de reconocerlo las hordas, quienes apostillaron su campaña en las redes
sociales bajo el llamativo hashtag #GuantánamoNoEsUnSafari. Pero ese no
es el pecado de Elaine y su Periodismo de Barrio.

Desde hace dos años viene sucediéndose una desenfrenada y bien
orquestada campaña contra medios de comunicación alternativos a un
periodismo oficial mediocre que se empeña en contar una Cuba que ya no
existe. Con claras diferencias con el periodismo opositor y
confrontativo, y despojado de la complacencia y mojigatería de la
blogosfera paraoficial, jóvenes periodistas graduados de universidades
cubanas, amparados en las nuevas tecnologías y haciendo uso del acceso a
internet vía WiFi-parque, se propusieron asaltar los cielos del
periodismo cubano con una propuesta fresca y osada. La primera reacción
del régimen y su aparato de acólitos fue la negación: ellos no existen.
Luego vino el 17-D y una vez que Obama situó a los jóvenes y el sector
cuentapropista como el objetivo fundamental de su política de apertura,
los que no existían, los esquizofrénicos, se convirtieron en apóstatas y
hacia ellos había que dirigir todos los tanques.

Primero fueron voces anónimas que pedían y se preguntaban
—¿ingenuamente?— sobre cuáles eran sus fuentes de financiamiento o sobre
qué objetivos políticos tenían. Luego, ilustres voces del periodismo
oficial clamaban por el regreso de los hijos herejes a la nave nodriza o
que se prepararan para una ruptura irreconciliable. Ruptura que
llegaría, meses después, en forma de resolución no escrita en la que se
planteaba un "o conmigo o contra mí". Hubo quienes regresaron, otros no
lo hicieron. A estos últimos la Unión de Periodistas (UPEC) y el
Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba
(PCC), que en la práctica se confunden en la misma cosa, les tenía
preparada una amarga sorpresa. De nada valió adjuntar la palabra
socialismo a los códigos de ética o jugar al equilibrismo de no molestar
a la bestia mientras se estornudaba, las mismas manos grises que se
encargaron de recordarle a Virgilio Piñera, Heberto Padilla, Guillermo
Cabrera Infante y Reinaldo Arenas el por qué ellos son los dueños del
diccionario que deciden qué cosa es dentro y fuera, se dispusieron a
estrangularlos.

Quienes creemos en la democracia, en la libertad de prensa y de palabra,
no podemos sino indignarnos y denunciar lo que no deja de ser otra
demostración más de que el ejercicio del periodismo crítico y necesario
en Cuba continúa siendo imposible. Sin embargo, faltaríamos a la
coherencia si no fuéramos claros en que tanto Elaine, como muchos otros
periodistas, blogueros e intelectuales, juegan a inventar y vivir un
periodismo paralelo sin buscarse problemas con la bestia.

"Juega con la cadena, pero no con el mono", dice un refrán muy popular.
Ese equilibrismo de jugar con las cadenas (las leyes, las reglas) sin
enfrentar realmente al mono (el poder, que es el realmente la causa de
todo) es el verdadero error de todos ellos.

No se puede rendir un servicio de periodismo ciudadano, crítico,
propositivo y con clara visión social sin ser capaz de mirar a los
problemas de frente. Sin denunciar que el abandono de comunidades, la
pobreza, la delincuencia o la emigración intra o extra son consecuencia
de un modelo de país agotado, de una clase política que prefiere pensar
que su país es ese que cuentan sus noticieros y panfletos, y no el que
viven diariamente sus ciudadanos que, entre colas y trapicheos se
divierten (se informan), con un paquete. Se trata de un mismo sistema
que adoctrina, dirige, forma y premia a los funcionarios que acosan,
manipulan, encarcelan, censuran y prohíben.

Source: No es país para periodistas | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1476799134_26092.html

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