19 de octubre de 2016

Juicio y prisión de Fidel Castro

Juicio y prisión de Fidel Castro
A cierto anticastrismo le gusta repetir que Castro traicionó a la
revolución, como si ese fenómeno histórico denominado revolución cubana
no fuera precisamente la revolución de Fidel Castro
Arnaldo M. Fernández, Broward | 18/10/2016 12:32 pm

Esta semana marca dos efemérides consecutivas bien ligadas a la
mitología exiliar: la condena de Fidel Castro a quince años de cárcel
por el asalto al cuartel Moncada y su ingreso al día siguiente al
Presidio Modelo en Isla de Pinos.
El juicio dio pie al mito consolador de que Hitler fue evocado por
Castro al cierre de su alegato de autodefensa; el ingreso a prisión, por
el contrario, propició la experiencia carcelaria que serviría al Dr.
Antonio de la Cova para destruir otro mito consolador entre cubanos: la
revolución traicionada.
A pesar de que tanto el juicio como la prisión han sido requete
manoseados, aún se meten forros historiográficos como, por ejemplo, que
el magistrado "Urrutia emitió un voto particular en contra del
veredicto" condenatorio de Castro. Ya vimos que así no fue ni por asomo.
Vayamos a los mitos.
Analogía anticastrista perdida
A partir de que Castro concluyó su autodefensa, el 16 de octubre de 1953
en Santiago de Cuba, con la frase desafiante: "Condenadme, no importa,
la historia me absolverá", la mitología exiliar urdió que así Castro
revelaba idéntica mala entraña que Hitler, quien cerró de manera similar
su autodefensa, el 27 de marzo de 1924 en Múnich, al ser enjuiciado por
la tángana de cervecería que había dado contra el gobierno bávaro en
noviembre de 1923.
Ante todo, Castro profirió en juicio: "El silencio de hoy no importa. La
historia definitivamente lo dirá todo". Este cierre se mejoró al dar su
alegato a imprenta y en el panfleto impreso (1954) aquella frase
desafiante. Por la abundancia de citas, autores y temas de filosofía
política y jurídica, impensables sin revisión bibliográfica, se infiere
que alguien pasó la mano al texto y es plausible que fuera Jorge Mañach,
como apuntan el juez que presidió el juicio del Moncada, Adolfo Nieto, y
uno de los acusados absueltos, Dr. Ramiro Arango Alsina.
En Mein Kampf (1925), Hitler citó su remate de autodefensa en Múnich
así: Die Richter dieses Staates mögen uns ruhig ob unseres damaligen
Handelns verurteilen, die Geschichte als Göttin einer höheren Wahrheit
und eines besseren Rechtes, sie wird dennoch dereinst dieses Urteil
lächelnd zerreißen, um uns alle freizusprechen von Schuld und Fehle [Los
jueces de este Estado podrán condenarnos tranquilamente por nuestras
acciones de hoy; pero la Historia, como diosa de una verdad superior y
un mejor derecho, sonriente, hará trizas algún día esta sentencia para
absolvernos de toda culpa y falta].
Por supuesto que es la misma idea panfletaria de La historia me
absolverá, pero si Castro llevaba más de 15 alusiones a José Martí en el
juicio del Moncada cuando se aprestaba a terminar su autodefensa, no
tenía por qué tomar prestado de Hitler. La frase desafiante estaba
facilita de aprehender —por Castro o por Mañach, biógrafo de Martí— en
el propio Apóstol: "La Historia no nos ha de declararnos culpables",
reza el cierre de La oración de Tampa y Cayo Hueso (1892). Al tenor del
anticastrismo analógico perdido, Hitler copió de Martí.
La revolución traicionada
Además de enlazar citas por los pelos, otra sonsera del anticastrismo
perdido estriba en que Castro traicionó a la revolución, como si ese
fenómeno histórico denominado revolución cubana no fuera precisamente la
revolución de Fidel Castro, ya que toda revolución siempre es de quien
se lleva el gato [político] al agua [social]. La coartada de que la
gente de buena fe vino a darse cuenta más tarde de quién era Castro fue
destruida por De la Cova en su rescate historiográfico del moncadista
Eduardo Montano, exiliado en Nueva Jersey.
Junto a Fidel Labrador, Fidel Castro llegó a Isla de Pinos el 17 de
octubre de 1953 en avión de transporte militar. Otros 29 asaltantes,
entre ellos Montano, cumplían ya sus condenas en el Presidio Modelo. A
poco de arribar Castro, Montano caló a fondo cómo aquel ejercía su
liderazgo entre los reos de la causa del Moncada: "Coño, pero si esa es
la táctica de los comunistas viejos". El resto del testimonio de Montano
a De la Cova puedea resumirse así:
"Durante el presidio fue que yo pude conocer prácticamente la ideología
de todos, de casi todos los que estaban allí. Había una biblioteca. Esa
biblioteca tenía más de comunismo que de otras cosas. Carlos Marx y toda
esa gente. Entonces se veía ya claramente a Fidel Castro en todas sus
manifestaciones, echándole al imperialismo yanqui y defendiendo el
socialismo. Ya eso era allí entonces [y] Fidel fue dictatorial allí
mismo. No se podía discutir una cosa con él, porque lo que él dijera era
sagrado. Y cuando veía que tú tenías otra ideología y que hablabas de
otra cosa distinta, te ponía en la picota, como se dice. Ahí fue que yo
no compartí ya las ideas de Fidel. Ya me había dado cuenta que Fidel
tenía la tendencia esa. Cuando nos dan la amnistía, él empezó a decir
que todos se fueran para México, pero yo realmente no tomé ningún
interés y no quise seguir a Fidel Castro. Yo me mantuve al margen de
todo el movimiento y no acepté ningún puesto después del triunfo. Me
quedé en la barbería hasta que me la quitaron. En 1969 una cuñada que
estaba aquí en los Estados Unidos nos mandó el dinero por vía España. Y
estuvimos en Madrid dos años hasta que al fin pudimos salir para acá".
El falso adelantado
El diagnóstico temprano de Castro como dictador se atribuye al finado
Rafael Díaz-Balart, pero su descarga en 1955 —de que la amnistía a
Castro, "tan imprudentemente aprobada, traerá muchos días de luto, de
dolor, de sangre y de miseria [y] enseñará al pueblo el verdadero
significado de lo que es la tiranía"—
es otro mito exiliar, que deriva de otro forro historiográfico en la
saga del Moncada. Para desinflar este mito basta consultar el Diario de
Sesiones del Congreso de la República de Cuba, atesorado en la
Universidad de la Florida.
El volumen 91 recoge en su número 19 la relatoría completa de la sesión
del 18-19 de abril de 1955 sobre la Ley de Amnistía. En sus 74 páginas
no hay ni rastro del cacareado discurso de Díaz-Balart en contra de
amnistiar a Castro, quien no consta mencionado en acta ni siquiera de
pasada. Por el contrario, Díaz-Balart sí aparece en el acta del 18 de
abril entre quienes "emitieron sus votos a favor" de la Ley de Amnistía
(página 10). Y en el acta del día siguiente Díaz-Balart reaparece para
confirmar: "Nuestro Partido [Acción Progresista] y el Presidente Batista
han amnistiado a los presos del Cuartel Moncada" (página 66).
Coda
Cabría preguntarse si para detectar a los fantoches políticos que tanto
abundan hoy entre cubanos se requiere ser más perspicaz que aquel oscuro
barbero en el barrio La Ceiba, Marianao, que siguió a Castro en el
asalto al cuartel Moncada y prefirió apartarse al percibir que era un
dictador en cierne, o resulta mejor continuar en la sonsera de tragarse
guayabas incluso mayores que la profecía de Díaz-Balart.

Source: Juicio y prisión de Fidel Castro - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/juicio-y-prision-de-fidel-castro-327233

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