29 de enero de 2016

El impacto de las nuevas medidas de EEUU sobre la economía castrista

El impacto de las nuevas medidas de EEUU sobre la economía castrista
ELÍAS AMOR | Valencia | 29 Ene 2016 - 9:38 am.

El régimen castrista está de celebraciones. Los departamentos del Tesoro
y de Comercio de EEUU han anunciado el pasado martes nuevas medidas
relacionadas con Cuba, en materias sensibles como las transacciones
financieras, las exportaciones y los viajes. La noticia ha sido bien
acogida en el régimen que, de manera inmediata, se ha lanzado a
presentarla como un éxito en el diario oficial Granma.

El alcance de estas medidas, sus implicaciones y efectos, y los
resultados que cabe esperar de las mismas, es una cuestión que ha
atraído el interés de los analistas y observadores de estos temas. Este
será el objetivo de este artículo.

En materia de transacciones financieras, que tanto necesita el
improductivo sistema económico del régimen para compensar la pérdida a
corto plazo de la generosa subvención procedente de los dólares
bolivarianos, este nuevo paquete de la Administración Obama tiene como
objetivo principal la concesión libre de créditos a las instituciones
financieras de EEUU (bancos comerciales estadounidenses que radiquen en
su territorio, o fuera de este, y también a los de otros países
radicados en EEUU, por ejemplo, los bancos españoles acreditados en EEUU
que operan en Cuba) para suministrar financiación, incluidas las cartas
de crédito, a las exportaciones o reexportaciones autorizadas,
exceptuando las ventas agrícolas que por ley están sujetas a pagos en
efectivo por adelantado.

En suma, la financiación de las exportaciones de EEUU a Cuba es una
realidad, lo que reduce el riesgo financiero de quién debe pagar, en
este caso, el régimen. Conviene tener en cuenta que otros países que
comercian habitualmente con la Isla, como España, poseen estos mismos
sistemas de financiación de la exportación acompañados de generosas
pólizas de seguro que tratan de dar cobertura a posibles quebrantos en
las relaciones comerciales con el régimen. Nada nuevo, por tanto.

Habrá que valorar el impacto que tiene esta medida sobre la corriente
exportadora de EEUU a Cuba, y si realmente contribuye a su incremento,
pero no parece que vaya a ser muy significativo si se compara con los
resultados de otros países. Los intereses de los granjeros
proteccionistas de Arkansas pueden estar bien protegidos, pero la
capacidad de endeudamiento del régimen castrista es limitada. Y eso lo
sabe todo el mundo.

La operatoria de los bancos extranjeros radicados en Cuba era un asunto
controvertido que había venido creando problemas a las instituciones
financieras en sus relaciones internacionales con demandas en los
tribunales de EEUU, que terminaban siendo archivadas. En cierto modo,
despejada la deuda de los Castro con el Club de París no tenía mucho
sentido mantener una exigencia de solvencia que, en cualquier caso,
puede verse deteriorada en cualquier momento en el futuro. De ahí que
ahora la responsabilidad recaerá en quienes otorguen su confianza a
aquellos que, en general, no tienen una historia crediticia muy solvente.

En el ámbito de las exportaciones, los resultados son controvertidos.
Poco después del acuerdo de diciembre de 2014 que iniciaba el deshielo
en las relaciones entre el régimen castrista y la administración Obama,
se autorizó la exportación de productos norteamericanos a Cuba,
específicamente materiales de la construcción, equipamiento y
herramientas para uso del sector no estatal, así como el equipamiento y
herramientas para la actividad agrícola, también no estatal. Además, se
aprobó la reexportación desde un tercer país de artículos
estadounidenses para actividades científicas, arqueológicas, culturales,
ecológicas, educacionales, deportivas, investigaciones, de preservación
histórica y reuniones profesionales.

No parece que las exportaciones hayan tenido la dinámica que, en su
momento, se preveía. El sector no estatal en la economía castrista
apenas ha adquirido la dimensión y capacidad suficientes para ser un
buen cliente de EEUU. En vez de atender las razones que realmente
limitan esa capacidad de gasto, que no son otras que las imposiciones
del régimen y la voluntad política que ese sector privado no adquiera
dimensiones que puedan poner en peligro el poder político castrista, los
negociadores de EEUU lanzan balones fuera y anuncian, a partir de ahora,
en materia de exportaciones, nuevas medidas que contemplan una política
general de aprobación de licencias para productos agrícolas, así como
insecticidas, pesticidas y herbicidas.

También, se incluyen nuevas licencias para equipos destinados a la
seguridad de la aviación civil y los vuelos comerciales internacionales,
incluyendo aviones arrendados a empresas de propiedad estatal. Esto
último está directamente relacionado con los acuerdos preliminares sobre
los vuelos comerciales entre ambos países de diciembre del pasado año.

Además, se ha abierto de forma muy notable la concesión de licencias
para las exportaciones y reexportaciones de mercancías y programas
informáticos destinados a organizaciones de derechos humanos, personas
físicas y organizaciones no gubernamentales que promuevan la actividad
independiente en Cuba; y en el área de las telecomunicaciones, la
entrada de equipos al país.

Una vez más, la Administración Obama ha puesto especial atención en la
concesión de licencias específicas para las exportaciones y
reexportaciones de productos dirigidos a satisfacer las necesidades del
pueblo cubano, pero a partir de ahora se incluyen las compras que
realicen las empresas estatales, agencias y organizaciones del Gobierno
cubano.

Los analistas han interpretado esta cesión como una muestra de debilidad
de EEUU, que finalmente ha tenido que reconocer la realidad de una
economía en la que más del 65% del PIB es controlado por el Estado, y en
el que el consumo privado compite con un consumo estatal propiciado por
las políticas garantistas del régimen, que están en la base de la
coerción ejercida sobre los ciudadanos. Con esta medida, el sector no
presupuestado castrista podrá aumentar su participación en el suministro
de alimentos y enseres a los cubanos, un claro retroceso con respecto a
la libertad económica y el desarrollo de los mercados.

De ese modo, los productos agrícolas, las creaciones artísticas, la
educación, el proceso de alimentos, la preparación, respuesta y
recuperación de desastres, la salud pública y sanidad, la construcción y
renovación de viviendas, transporte público, y la construcción de
infraestructuras dirigidos a satisfacer las necesidades del pueblo
cubano, pero suministrados por entidades del sector presupuestado, es
decir, estatales, pasan a formar parte de las autorizaciones a la
exportación que entran en vigor.

La aceptación de la participación del régimen y su aparato de poder
económico en la corriente de bienes y servicios procedentes de EEUU
supone una victoria del castrismo que obtiene un reconocimiento parcial
de su hegemonía y trasmite una clara señal de que cualquier proceso
económico en la Isla pasa por el marco de las relaciones del régimen,
que no está dispuesto, bajo concepto alguno, a ceder poder. La
aceptación de la participación del Estado castrista en las negociaciones
que hasta ahora se dirigían al fomento de la actividad no estatal, es,
digámoslo claramente, una victoria del régimen.

El acuerdo contempla, eso sí, la continuidad de la política general en
vigor, consistente en denegar las exportaciones y reexportaciones de
artículos por parte de empresas estatales, agencias y otras
organizaciones del Gobierno cubano que generen esencialmente ingresos
para el Estado, como es el caso de la extracción o producción de
minerales y otras materias primas, el turismo, las fuerzas armadas, la
policía, los servicios de inteligencia y los órganos de seguridad.

Por último, los viajes. Además de las exportaciones y la financiación
crediticia, los acuerdos han hecho referencia, igualmente, a los viajes
a Cuba, en particular la autorización para la investigación de mercado,
mercadeo comercial, negociación de contratos y ventas, entregas
acompañadas, y la instalación, arrendamiento u ofrecimiento de servicios
en nuestro país. Por otra parte, se autorizan las estancias de corta
duración del personal que opera o presta sus servicios a las
embarcaciones y aeronaves que transportan pasajeros entre los dos países.

Se han aprobado, igualmente, los viajes y otras transacciones
relacionadas con la producción profesional mediática o artística,
incluyendo la filmación o producción de programas de los medios de
comunicación (como películas y programas de televisión), grabaciones de
música y la creación de obras de arte, incluyendo la contratación de
nacionales cubanos y el envío de regalías u otros pagos.

Además, los nuevos acuerdos extienden la licencia general que se
otorgaba para la asistencia a eventos organizados en Cuba, de modo que
ahora también permite la organización de reuniones y conferencias
profesionales, así como los viajes y transacciones relacionadas con la
organización de competencias de federaciones deportivas internacionales
amateur y semi profesionales, espectáculos públicos, clínicas, talleres,
otras competencias atléticas y no atléticas, así como exhibiciones.
Además, se eliminan los requisitos de que las ganancias de los eventos
sean donadas a ciertas organizaciones, así como la obligatoriedad de que
algunos eventos sean dirigidos parcialmente por viajeros estadounidenses.

El régimen no puede menos que mostrar su satisfacción con este nuevo
paquete de medidas de la administración Obama, y de hecho, Granma lo
califica como "otro paso de avance en las relaciones entre ambos países
y confirman que aún es posible continuar vaciando de sentido al bloqueo
que pesa sobre Cuba, a partir de eliminar las restricciones que no están
codificadas en ley".

Sin embargo, aprovecha cualquier foro para volver a la carga, como en el
CELAC. Al mismo tiempo, las autoridades del régimen se quejan de que las
nuevas decisiones vuelven a dejar fuera la posibilidad de utilizar el
dólar en las transacciones financieras internacionales cubanas, algo que
sin dudas encarece y entorpece todas las negociaciones de nuestro país.
Un factor que, no cabe la menor duda, condicionará la unificación
monetaria que desean las autoridades,y que esconde graves dificultades
en cuanto a su implementación.

Otro aspecto que recibe las críticas del régimen es la limitación a
determinados servicios de las exportaciones permitidas a las empresas
estatales cubanas, al tiempo que se requieren evaluaciones y licencias
específicas. A ello se añade que no se amplía a otros sectores lo
aprobado para el de las telecomunicaciones, donde hoy es posible hacer
inversiones, vender a empresas del Estado cubano servicios, software,
dispositivos y equipos, aunque no de alta tecnología. Se destaca,
además, que otros aspectos que no se tocan aún son los relacionados con
las exportaciones hacia EEUU y el de la autorización de los viajes de
ciudadanos estadounidenses a Cuba, bajo la sombrilla de los intercambios
pueblo a pueblo individuales. La cuestión es qué puede exportar Cuba en
las condiciones actuales a EEUU que este país necesite y esté en
condiciones de adquirir.

Lo siento. Cualquier país del mundo puede realizar actualmente con el
régimen castrista muchas más operaciones que las ahora autorizadas. Sin
embargo, ello no ha servido para que la democracia y las libertades se
abran camino en la Isla, y mucho menos, para que los cubanos vivan
mejor. Alguien debería avisar a los que se han integrado en el proceso
negociador entre EEUU y los Castro, que la libertad económica, aun
siendo necesaria para cualquier avance político, no es suficiente en la
Isla por el extremo poder que ejerce el régimen sobre la sociedad.
Convendría pensar más en estas cosas antes de continuar con las regalías.

Este artículo apareció en el blog Cubaeconomía. Se reproduce con
autorización del autor.

Source: El impacto de las nuevas medidas de EEUU sobre la economía
castrista | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1454012006_19808.html

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