29 de septiembre de 2014

Yamilé, una cubana engañada, que nunca paseó por Roma

Yamilé, una cubana engañada, que nunca paseó por Roma
En Cuba siempre hubo mujeres de vida alegre. Bayús legendarios y
prostitutas sonadas. Pero la revolución de Fidel Castro aportó nuevos
modus operandis.
Iván García Quintero
septiembre 28, 2014

La primera vez que Yamilé se acostó con un hombre por dinero tuvo
sensaciones encontradas.

"Me bañé tres veces. Como si quisiera corregir mi pecado. Pero luego con
los 150 dólares que me dejó encima de una mesa de la habitación, a mi
familia pude comprarle carne de res, pollo, pescado, queso y jamón.
Tenía 19 años, un cuerpo de campeonato y un rostro de modelo, pero con
más necesidades que un forro de catre. Dejé a un lado el puritanismo y
comencé a vivir a mi manera", cuenta Yamilé diecisiete años después de
haberse iniciado como prostituta.

Ya se sabe que la prostitución es el oficio más viejo del mundo. Los
expertos pueden ofrecer mil teorías diferentes que motivan su práctica,
pero en todas se puede encontrar el rastro del dinero.

En Cuba siempre hubo mujeres de vida alegre. Bayús legendarios y
prostitutas sonadas. Pero la revolución de Fidel Castro aportó nuevos
modus operandis.

Una ramera sueca cobra el sexo por hora. Y punto. Un segmento amplio de
prostitutas cubanas tienen dos metas: una, cazar extranjeros de
bolsillos amplios; dos, salir de la Isla vestidas de blanco, enganchadas
al brazo de cualquier forastero. Se les conoce con el término de
jinetera. Una palabra que engloba algo más que sexo tarifado. Es ahora
mismo una auténtica cultura nacional.

Jinetear es sinónimo de oportunismo y pillaje. Se puede jinetear a un
pariente de Miami para que te envíe 300 dólares junto con la última
versión de iPhone. O a un amigo para que pague media docena de cerveza
clara.

Las jineteras en Cuba ya son tantas que asustan. Están en todas partes y
al final de una noche de tragos y farras siempre se termina llamando a
un par de ellas para montar un trío o un cuadro lésbico.

Existe un catálogo de precios. Desde las 'matadoras de jugadas' a 5 cuc
la noche, hasta las refinadas que visten como funcionarias y se hartan
de canapés y mojitos en cualquier recepción oficial. Unas son más
instruidas que otras. De manera desvergonzada, Fidel Castro reconoció en
una entrevista que las jineteras cubanas estaban entre las más cultas
del mundo.

Yamilé está en ese grupo. "Soy abogada, pero apenas he ejercido. Solo
dos años de servicio social en un bufete destartalado en la Habana del
Este. Una amiga de la Universidad fue la que me propuso salir a putear
con ella. Tuvimos éxito. Era una mezcla de placer, visitar lugares
vedados para la gente común, escapar de las doces horas de apagón y
comer carne de res o caguama, todo un lujo para jóvenes de familias
humildes", acota.

Pero la belleza física tiene un plazo de caducidad. Ella lo sabía.
"Entre ligues y ligues, mi plan fue iniciar una relación de pareja más o
menos seria con algunos de mis 'novios'. Calculé que un italiano apuesto
y con cultura, podría ser el candidato. Pero el tipo me timó. Me creó un
mundo perfecto. Una tarde de 2006 salí rumbo a Roma. Mi sueño era
casarme, tener hijos y sacar de Cuba a mi familia".

La primera decepción de Yamilé fue que su pareja vivía a mil millas de
Roma. Ni siquiera tuvo tiempo para pasear por la ciudad vieja, romancear
en una tracttoria o visitar la Capilla Sixtina.

"Al llegar al aeropuerto de Fiumicino, el hombre que supuestamente
conocía me lo cambiaron por otro. Era un vulgar proxeneta. Fuimos a
parar a una villa de un pueblo italiano perdido. Casi todas las noches
me llevaba toda clase de clientes. Eso sí, con buena pinta. Hice orgías
con prostitutas de otras nacionalidades. Sabía hasta dónde podían llegar
las personas que se dedican al negocio de la prostitución. Me tomé las
cosas con calma. Él me amenazaba con matarme si llamaba a la policía o
le contaba las cosas. Siempre te enganchan con el mismo cuento: cuando
termines de pagar los gastos invertidos en ti, eres libre. Pero esa
cuenta nunca se salda", acota Yamilé.

Dice que una docena de cubanas que ella conoce se prostituyen en Italia.
"Algunas escogieron ese camino. Otras fueron engañadas como yo. A fines
de 2012 pude escapar hacia Cuba".

Con algunos euros ahorrados montó una peluquería. "Quisiera ejercer como
abogada. Pero aquí no vale la pena trabajarle al Estado. Estoy pensando
emigrar temporal o definitivamente. La vida allá afuera no es tan bella
o idílica como muchos cubanos suponen. Pero si trabajas duro y
seriamente, se puede prosperar. Las cosas en Cuba están cada vez peor.
Ya tengo 36 años, una edad en la que no puedes aspirar a vivir de la
prostitución. Es un oficio de vida limitada".

Source: Yamilé, una cubana engañada, que nunca paseó por Roma -
http://www.martinoticias.com/content/cuba-prostitucion-mujeres-extranjero-roma-italia-/75952.html

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