30 de junio de 2011

Editorial: Las iglesias ante el régimen

Opinión

Editorial: Las iglesias ante el régimen
DDC
Madrid 30-06-2011 - 12:37 pm.

La presencia creciente de diversas iglesias en la vida política supone
una comunidad de intereses con el gobierno, pero no complicidad con éste.

La presencia de las diversas iglesias cubanas en la vida social y
política del país se acrecienta cada día. Obligadas durante medio siglo
a centrarse en la labor pastoral, y afrontando dificultades en la
evangelización, hasta ahora las iglesias se habían movido relativamente
lejos de la política. Sin embargo, en la medida en que el régimen se
debilita y se interesa en ellas como interlocutoras —y en tanto crecen
los cultos en la vida del país—, empiezan a ocupar un espacio inédito.

Este nuevo protagonismo conlleva riesgos y retos. Como cualquier ente
social, las iglesias han de participar en política, opinar y jugar sus
cartas. Pero tal participación genera efectos colaterales, como el estar
expuestas a la opinión del otro, a la crítica de la prensa, al desgaste,
el ascenso o la caída. No puede pretenderse entrar al debate público y,
al mismo tiempo, blindarse a toda crítica. Allí donde esto sucede, hay,
con toda seguridad, un actor que distorsiona el sistema.

En esta coyuntura, se acumulan los problemas para la jerarquía católica
de la Isla. A la reciente revelación de Wikileaks acerca del presunto
papel del cardenal Jaime Ortega en el cierre de la revista Vitral,
habría que añadir la polémica mediación para la excarcelación de los
presos políticos. Laicos conocidos, que antes callaban por no afectar a
la institución, hablan ahora abiertamente. Prueba de ello son las
objeciones hechas por el líder del Movimiento Cristiano Liberación,
Oswaldo Payá, a los argumentos del portavoz de la Conferencia Episcopal,
Orlando Márquez, a propósito de dichas excarcelaciones.

Sin embargo, no es cuestión exclusiva de la Iglesia Católica. El
oficialista Consejo de Iglesias, que prosigue su trabajo habitual de
acompañar las decisiones del régimen con una militancia de reglamento,
pocas veces había contado con tantas rebeliones entre los pastores de
base. Aun así, resulta sorprendente el hecho de que miembros de la
Iglesia Metodista efectúen operativos conjuntos con la Seguridad del
Estado, tal como se ha visto recientemente en Santa Clara.

Por su parte, babalaos oficialistas agrupados en la Asociación Cultural
Yoruba de Cuba obligan a Ifá a refrendar lo que postula el diario
Granma. Y los líderes de la comunidad judía defienden al carcelero antes
que a Alan Gross, el hermano de fe detenido y condenado en la Isla.

La falta de práctica de las iglesias en el espacio público de la
política y el funcionamiento secretista intrínseco a toda administración
religiosa, pueden contribuir a poner en entredicho la imagen de las
jerarquías eclesiales en el país; una imagen que quedaría dañada incluso
ante las respectivas feligresías, abriendo brechas internas más o menos
insalvables.

Por ello, la efectividad de la acción política de las iglesias no
debería estar supeditada a la asociación con las autoridades, ni
depender de concesiones hechas por las mismas.

Convertir todo deseo de mediación de las iglesias en complicidad con la
política oficial es lo que procura el gobierno. Más que interlocutores o
aliados, lo que busca en los diversos credos son nuevos cómplices,
sujetos que confundan el lenguaje pastoral con la propaganda del
oficialismo. La meta del régimen sería hablar a través de todas las
iglesias con culto en el país.

En este escenario, cada iglesia habrá de defender la unidad de sus
fieles y cuidar su proyección a los ojos de la población en general.
Toca a cada una velar por los intereses de su grey y trabajar por la
mejora colectiva. Ello supone el trabajo conjunto y la búsqueda de
intereses comunes con las autoridades políticas. Pero apelar a una
comunidad de intereses no ha de ser, de ningún modo, competir en
procedimientos con los peores procedimientos del régimen.

http://www.ddcuba.com/cuba/5563-editorial-las-iglesias-ante-el-regimen

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